Como enamorar a una mujer

Como enamorar a una mujer
Como conquistar a una mujer

domingo, 11 de mayo de 2014

LIBRO ÁNGEL DE VENUS: CAPITULO PRIMERO: DOLOR



Libro Primero
Atracción




Capitulo Primero
Dolor
    Hace cuatro años, en un parque, frente a la facultad se encontraron sus caminos, Hino estaba desconsolado había experimentado la rabia y el dolor por el sentimiento de un amor no correspondido; con cada pensamiento ahogado en los recuerdos de lo que pudo ser, aseguraba que no existía; sus pies los sentía en la tierra una sensación que no se suele experimentar cuando se está enamorado, miraba  el adoquín de color carmín, cabizbajo con sus manos entrelazadas,  dejo caer unas lágrimas que se convirtieron en dos puntos cafés en el piso, sentado en aquella banca desgastada el transcurrir del tiempo era lento lo acompañaba una  tarde nublada, el grito del viento,  le hablaba de soledad; de los frondosos árboles que rodeaban la fuente emergía el celestial canto de innúmeros pajarillos que oía, tras de sí. En su interior experimentaba el sentimiento que desataba el rencor y el dolor que se siente por  una mujer, comenzó a pensar en el destino. ¿Por qué a mí? ¿Cuándo es el momento indicado para encontrar un instante de felicidad, para enamorar a una mujer?
Aquella escena estaba grabada en lo más profundo de su ser recordando aquella voz que resonaba en su interior:
-Él olvido era necesario y lo más importante no estas poniendo aprueba tus habilidades sino tus sentimientos.
Eran las palabras de su maestro.
       Cada noche  Hino respetaba la devoción de pensar en ella, cada pensamiento lo llevaba al recuerdo que la nombra, de imaginarla como seria besarla y despertar  a su lado cada mañana, el amor que había experimentado se conservaba en su interior puro, intacto. La maravillosa sensación de idealizar un futuro sostenía la pesadez de la distancia que existía entre ellos. En ocasiones solo tenía el calor de la luna y las estrellas para consolar su nostalgia. El íntimo pensamiento que venía a su corazón de saber que pertenecía al universo era el reflejo de su amor. El extraño sueño que había tenido durante los últimos meses lo despertó, la dulce voz de una mujer que lo llamaba, la luz de las estrellas  lo cegaba, siempre se encontraban ellos dos caminado por la arena tomados de la mano, lo  inquietaba, lo hacía sentirse solo.
       Hino era un chico quizás como todos los demás de no ser por su sensibilidad y gusto por la mitoligia griega y las historias épicas que contenían antiguos pensamientos de amor de los griegos, su incomparable sentimentalismo de un tibio corazón que se desarmaba y su curiosidad por descubrir el amor  hedónico y perfecto que  había perdido apenas unos días atrás cuando descubrió que su novia lo engañaba con otro. Quizás lo más complejo de esto fue la escena donde la miro besando aquel  chico tomándola de la cintura; ella se encontraba abrazada a su cuello todo parecía que desaparecía a su alrededor se veían felices. Un retortijón sintió en la boca del estómago, la había perdido. Hino reconocía esa mirada especial que tiene una mujer cuando está enamorada, le brillaban los ojos, la había visto en varias chicas inclusive en  programas de televisión. El globo que llevaba como obsequio  se desprendió de su mano, tomando rumbo desconocido como si fuese el último suspiro de su corazón herido, estaba sangrando. Ese momento era de lo más real que un ser humano puede experimentar con los sentimientos heridos, sin alma en el cuerpo, su corazón ardía de dolor.
     Karla esa chica distante, desaprensiva, robusta, y sarcástica, no era bien parecida y sin embargo era quien había comprometido su corazón de manera superficial con él. Una chica que no tenía en sus planes tomar en serio una relación, le había mostrado que doloroso puede ser el amor cuando se pierde. La inexperiencia de Hino en las relaciones no le permitió percatarse de ello, siempre se piensa que el primer amor es para toda la vida. Ella solía salir con otros chicos lo encontraba estimulante. El siempre respeto la línea de que existe entre el pudor y el deseo, nunca le hizo una caricia prohibida y sin embargo él veía todo lo contrario con aquel chico.
Algo que admiraba Hino en ella era su sentido de compromiso en las cosas que le interesaban. Lo había enamorado de manera instantánea cuando ella le robo un beso. Ese día  para Hino, fue el más feliz de su vida,  parecía que había realizado uno de  sus más grandes sueños. A partir de aquel día estaba convencido de tener en sus brazos a la más hermosa mujer de todo el mundo. Besarla en aquella tarde que se iluminaba con la luz naranja del sol y un paisaje urbano que vislumbraba el ocaso de su pubertad, se sentía un hombre la sensación de sentirse flotando era embriagante, desde entonces pudo  decir a sus amigos que ya había besado a una mujer, era el triunfo del conquistador.
      Los chocolates, las flores y el oso de peluche que le acompañaban se volvieron inútiles y responsables de las creencias con respecto al  amor, que de ahora en adelante Hino tendría para sí mismo, se prometió  nunca volver hacer un obsequio. El miedo a quedarse solo lo había reprimido, ahora era intercambiado por el dolor de un alma herida. No volvería creer en el amor.
       Venían pensamientos que herían en lo más profundo de su ser. El último año de bachillerato había dejado a Hino rezagado, había perdido la oportunidad de ingresar a la universidad por lo que le permitía visitar a su novia en la Facultad de Química de vez en cuando. Sus temores se materializaron, la creencia que ante los ojos de ella era un perdedor resonaba cada vez más fuerte en su mente. Sus pensamientos se habían vuelto en contra de él. Se habían hecho realidad.
       El escalofrió que recorrió su espalda y el nudo que se formó en su garganta llego a su pecho como una aguda presión a su corazón, la voluntad lo mantuvo de pie sin decir nada,  solo regreso al lugar acordado de la cita donde días antes habían quedado para verse.
A veces solo queda respirar profundo, tragarse las lágrimas y sonreír.-Pensaba.
De no haber sido por sus ganas de acudir al baño no se habría dado cuenta de aquella noticia. Muchos de sus amigos le habían dicho que se olvidara de ella, él toleraba muchos desplantes, en especial Enrique quien tenía mucha decisión en especial en el tema de las mujeres.
        Su gran amigo era de estatura baja, complexión robusta y unas entradas muy pronunciadas en su frente que enmarcaban muy bien una sonrisa que mataba-según él- a las mujeres.
-“Spercy” las mujeres te tienen que odiar para que te amen si sigues así de lindo no tendrás su respeto.-
Enrique llamaba así a Hino por una playera que solía traer muy a menudo, un espermatozoide en su pecho era la causa de este mote. Todos aquellos consejos que había escuchado con los oídos sordos se habían materializado en un “hubiera”. Muy dentro de su corazón lo sabía, las cosas no funcionaron normalmente desde el momento en que no se vieron a diario. Su corazón  le había dicho, en muchas ocasiones, que los temores siempre se materializan cuando se insiste en pensar en ellos.
       Persistir en los sentimientos no  correspondidos es una pérdida de tiempo, Hino estaba viviendo una lección de vida, la distancia entre sus sentimientos y la razón era tan estrecha que lo único que se le ocurrió fue entregar sus obsequios y despedirse.
-Karla sabes he descubierto  que  el corazón se cansa. Los sentimientos son muy delicados,  las acciones levantan o destruyen muros, el compartir momentos con otra persona es entregar tu vida porque regalas  tiempo que no volverá. Debemos borrar el pasado para no repetirlo, como en todo, la decisión está siempre en tus manos. Te agradezco la forma en que me quieres, solo espero seguir aprendiendo.-

 Karla no pretendió entender aquellas palabras que Hino le había dicho supuso que era una más de aquellas conversaciones que sostenían con el desapego y aburrimiento con las  que ella misma  los etiquetaba. La inteligencia abre salidas a las causas del corazón más no las cicatriza. Después de aquella tarde Hino no volvió a saber más de ella.
      Él no tendría entonces más de 19 años, su inexperiencia en relaciones se había demorado por su interés en los estudios, los libros y el dibujo sus pasatiempos favoritos que prefería antes que socializar con algún chico de su edad.
       Al olvido se invocaba cada vez que él sentía cualquier tipo de intención de conocerle, a la menor demostración de cariño se  desprendían palabras de rencor y desapego ante cualquier chica que mostrase un poco de interés por él. Experimentaba un sentimiento incontenible de odio hacia las relaciones.  El horrible recuerdo lo obligaba,  viviría con el toda su vida. Al final de un día más de su  soledad, después de aquella tarde triste, su filosofía lo animaba como cada tarde, a adentrarse en sí mismo se arrepentía amargamente todo lo que había hecho por ella, se preguntaba en que había fallado. Miraba hacia el alba, solo era consciente de sus pensamientos y del dulce canto de los pajarillos en los cercanos arboles del lugar. Fue en aquel  momento, en que el silencio se encontró con aquella cálida voz que  rompió el silencio:
-Hola no deberías estar tan solo, las personas solas no comparten sus sueños.
      Sin dejar de reposar su mirada distante y pérdida solo encogió  los hombros y una mueca forzada acompaño las primeras palabras con ella:
-Hola.
       Con la mirada triste observo a aquella chica de ojos grandes marrones enmarcados por unas cejas pobladas con una especial  profundidad  y una sonrisa llena de chispitas  había inesperadamente roto aquel estado de tristeza y sin parpadear permaneció callado.
Al oír esto la chica  interrogó una vez más:
-¿Cómo te llamas? Mi nombre es Mar.
-Hino. Respondió el.
-Hino, la soledad no es buena… sabes cuándo me siento así, miro el atardecer y recuerdo siempre que mañana será otro hermoso y gran día. Mientras decía esto, ella se sentaba a su lado.
 -Lo dices porque no has vivido por lo que he pasado yo. Replico en tono serio.
- Es verdad tienes razón- reconoció ella-.Pasaron unos segundos en silencio.
       Mar que había intentado cambiar  aquella mirada triste de Hino quizás porque le había inspirado ternura y confianza, recordaba cómo había llorado hace unos días por la pérdida de su padre. Vinieron a su mente  las últimas palabras que le dijo y que compartio con él:
      -No desistas  de tus sueños, nunca abandones la idea de un mejor mañana a ellos solemos traicionarlos muy frecuentemente. Cada estrella es un sueño y solo brilla con la intensidad de la oscuridad. Cuando te sientas solo comparte tus sueños y así brillaras.
Cada palabra la recordaba hasta el menor detalle.
-No importa cuánto sufras la idea de un mejor futuro siempre debe estar presente los sueños son una bendición. Pídele a las estrellas  que los cuide y lo harán.
       El consejo conforto a Hino de alguna manera esta chica decía algo que suavizaba el dolor por el cual estaba pasando. Se dio cuenta que había olvidado todo aquello con lo que se sana una herida. Siempre hay que volver a las raíces  cuando se buscaba una respuesta.
-En verdad gracias.  Dijo Hino suave y gentilmente sin  más se levantó y se retiró.


Era el caso de preguntarse si esta chica era la respuesta al pequeño fragmento perdido de su historia a veces perteneciente al extraño destino. Mientras ella realmente conmovida, vio como desaparecía caminando.

       Habían pasado algunos meses desde aquel encuentro. Hino había entrado a la universidad, la luz suave del sol que se reflejaba, lisa y suave, en los pasillos de la facultad, era como la luz interior que sentía en su corazón. El pasado había quedado atrás ahora al recordar solo quedaban  mínimos detalles de aquel noviazgo desagradable y aquella chica que lo rescato de su vacío emocional había logrado revivir las tiernas reacciones de su corazón.
      Recurrente en sus clases la vida transcurría cotidianamente pero esto cambio solo a unos días después de que se encontró con Mar en la facultad. Un encuentro que sorprendió a su corazón con un sentimiento de rápidas palpitaciones y nerviosismo. La sensación de cómo se expandía su plexo solar recordaba la sensación de las mariposas en el estómago. De pronto se hayo sumergido en una oleada de ternura al recordar que ella lo había revivido.
Mar mostraba en su rostro la dulzura de todos sus rasgos al mirarlo.
-Hola Hino, ¿Cómo estás? ¡Qué gusto volver a verte¡ ¡Dime que estas estudiando aquí¡
Nuestro joven enmudeció, retuvo su respiración por unos segundos y claramente azorado,  respondió:
-Si, voy a  clase.
-Que bien  podremos hablar con más tiempo, por ahora  voy a clase de danza y estoy  retrasada así que espero verte más tarde.
Mar le dio un beso en la mejilla y se retiró sonriente. Estos gestos de afecto le hicieron ruborizarse aún más. Aquella chica amable y gentil aparecía de nuevo en su vida, lo había rescatado en el momento indicado. Sus palabras dulces y cálidas demostraban que había crecido en una familia con valores y profunda educación. Era una chica de casa, sincera y tierna. En sus ojos se reconocía la felicidad de vivir.
      Los días pasaban y sin notarlo día a día la hermosa silueta de Mar despertaba el deseo de Hino, su rostro era   acompañado del rubor que encendía sus mejillas cada vez que ella realizaba sus ejercicios de calentamiento antes de comenzar su clase de danza. Con cada mirada descubría  la forma perfecta del amor, él podía sentir el dulce placer de mirar su rostro con pequeñas gotas de sudor, su mirada penetrante enmarcada por esas cejas pobladas con grandes ojos color marrón, su boca de manera perfecta, sus labios rojos resaltados por la suave palidez de  su piel, con una dulzura en todos sus rasgos que desafiaban  la íntima debilidad de sus pensamientos para poseerla con la mirada en los  ojos de ella sosteniéndola con firmeza, trasmitía esa sentencia. No podía más que abandonarse a las tiernas reacciones de su corazón que comenzó a obedecer a sus suaves  impulsos.
     La misma intención crecía en Mar que se alegraba  visiblemente cada vez que se encontraba a lado de él. La amorosa inclinación de sus corazones y sus emociones  crecían cada vez más, contenían el evidente retoño que evoca las primeras hojas de la primavera, estaban renaciendo.
      Los tiernos momentos que vivían juntos fueron marchitándose lentamente  con  la indecisión de Hino. Era a ella a quien  debía que  en estos momentos no estuviera tan distante a sus sentimientos. Y sin embargo, la emoción que había experimentado al estar frente a ella para besarla se conservaba intacta en su interior porque no sucedió. No tuvo el valor de besarla.
      Ella perdió la mirada en aquel momento, su  amarga sonrisa disfrazo la desilusión, lo miro decepcionada realizo un ligero movimiento para separarse de él. Los brazos de Hino no hicieron nada para mantenerla cerca de él. No existió una segunda vez.
      El termino de aquel verano traería consigo una gran sorpresa del destino intencionadamente y con cierta ironía. Hino la esperaba, quería verla de nuevo quería refugiarse en su compañía. Desde lejos la vio acercarse y comenzó a caminar hacia ella pero la presencia de otro chico que resueltamente la tomo de la mano lo detuvo. Su corazón sintió un pequeño piquete y produjo un doloroso cambio, la presión del pecho subió y se acumuló como un nudo en la garganta, lo dejo por instantes sin latido, los arboles tenían un color verde sombrío agitaban sus ramas como si supieran lo que se aproximaba, cada vez ella se acercaba más sonriente jovial hasta que cruzo aquella mirada que se desarmaba en ternura. Fue en aquel maldito momento donde apareció el sentimiento que hace tiempo había experimentado al ver a Karla besar aquel chico. Mar lo miro teniendo de la mano a este nuevo amor, cruzo mirada con Hino y tras una mueca que dibujaba una sonrisa ocultaron el sentimiento de nostalgia, su mirada filtraba el sentimiento de dolor y sin lágrimas; con el lamento inconsolable de  no haber comprendido porque él no la beso. La oportunidad la había dejado pasar.
      Los tiernos recuerdos que tenía Hino se despedazaron y en medio de estos regresaron pensamientos de abandono y dolor. Sus miradas se entendieron se comunicaron. Dio media vuelta y  camino sin rumbo. Mar lastimaba así, sin querer, sin reparos de ninguna especie, aquel chico que había curado hace tiempo atrás. Ella había abandonado delicadamente sus intenciones.
       Tal como exige la costumbre en los hombres Hino permaneció callado, sin demostrar dolor y experimentar en soledad sus sentimientos. Sentía pena por sí mismo no se explicaba como una chica que lo llego a querer así lo lastimaba de esa manera, estaba molesto consigo mismo. No se atrevió, fue víctima de su indecisión. Sin darse cuenta llego a un parque, quería estar solo, es lo único que desea cuando pasan estas cosas. La tristeza de la soledad se cernía otra vez sobre él. Hino contuvo las lágrimas en los ojos. El único culpable de esta situación había sido él. El mismo sentimiento de dolor lo hacía sentirse más solitario, era como si habitara siempre la soledad dentro su corazón.
    Esa quietud, la paciencia, esa inocencia de sentirla segura y para siempre. Era ese sufrimiento que constituía para él, sin duda un desgarro para su interior. Ella nunca se interesó en otros chicos solo mostraba interés por él, habían compartido momentos mágicos, habían hablado de sueños y sin embargo solo cabía en su cabeza una sola pregunta ¿Por qué?
Una voz rompió el silencio:
-Ella pudo lastimarte así porque no comprendiste sus señales y no fuiste sincero en tus intenciones.
      Hino, por su parte, no había reaccionado ante aquellas palabras y permanecía ausente de lo que ocurría a su alrededor.
-Las consecuencias del amor no correspondido son el duelo, si esto alcanza a tu espíritu y lo llena de tristeza ya no podrán herirte pero serás incapaz de revelar tu corazón.
-Mi nombre es Berseck.
       El extraño destino que perseguía los momentos más dolorosos que vivía Hino lo colocaba nuevamente ante una nueva persona que había logrado alterar la triste indiferencia de su corazón.
        Miro entonces a Berseck quien vestía jeans, un chaleco negro, una playera blanca, una bufanda roja, pero lo que le identificaba eran los ojos cafés  con la mirada estrictamente dulce y fuerte, desafiante,  con la cadencia de la honestidad que pocos saben de sus emociones. Su cabello cortó y peinado agresivo iban en simetría con la perforación de sus oídos y el tatuaje de un extraño signo en su antebrazo derecho.
Berseck se acercó y continúo:
-Debes saber que las mujeres siempre eligen al hombre, el arte está en ser siempre la mejor opción.
       Esta sincera y sutil frase saco del trance a Hino quien se había mantenido callado.
-No tienes idea de lo que paso- dijo, levantando hacia él sus húmedos ojos.
-¿Te rompieron el corazón? ¿No es cierto? Y fue una mujer, es difícil de aceptarlo cuando las cosas parecen ir bien. Sí no quieres  volver a estar así tienes que seducirlas ese es el objetivo.
-¿Cómo es eso? ¿Qué quieres decir?- pregunto Hino.
-Lo que has oído, tú obtendrás siempre los mismos resultados si no cambias la manera en como realizas las cosas. ¿Comprendes?
-No pretendas que cambie. No soy más que un pobre chico que no sabe de amores.
-¡Nada de dramas¡- grito él, -¡solo debes comprender las reglas¡
-Nosotros no vivimos de las mujeres nosotros las hacemos vivir.
Vuelto a la serenidad Hino intentaba reflexionar sobre aquellas palabras que contenían una penetrante verdad.
-Para mi- quiso él explicar- las experiencias con mujeres han sido dolorosas son recuerdos muy amargos. Su voz se ensombreció.
-Te diré algo, trataremos de arreglar las cosas pero el recurso más importante en esto es tu total entrega, sin ella, no habrá cambios, no habrá resultados y lo más importante no habrá mujeres.
Hino asintió, observo aquel chico, parecía que quería decir algo, pero callo.


Berseck le tendió la mano a  Hino para que se levantara  cerrando el pacto entre ellos. Sin imaginarlo su vida estaba a punto de dar un giro de 360 grados, el inicio del origen de sus habilidades de la evolución tan radical de sus sentimientos. 


continuara...


AVEN HINOKU

INSTRUCTOR DE SEDUCCIÓN